lunes, 9 de agosto de 2010

El Señor G.

     Este es un homenaje a mi maestro sexual, el Sr. G. Lo conocí hace mucho tiempo, cuando yo tenía apenas 18 años, y él 38. Antes de conocerlo yo había tenido  9 compañeros sexuales  (con 5 de los cuales había estado sólo un par de veces). No era un chico muy experimentado , ni un virgen inmaculado, sin embargo ingenuamente yo creía tener mucha experiencia.
      Al Señor G lo encontré en un chat y tuvimos un par de charlas muy cómicas entes del primer encuentro, era un tipo que me hacía reír mucho.
      El noche que lo conocí me pasó a buscar por la esquina Córdoba y Callao y fuimos a tomar algo a Sitges (Un pub gay). El primer encuentro fue una noche de San Valentín, lo recuerdo muy bien porque en ese lugar había un show de stripers, y el transformista conductor del show nos hizo pasar un rato muy incómodo pero divertido cuando nos preguntó desde cuándo nos conocíamos, y al decirle que desde hacía 2 horas, estuvo mofándose un buen rato haciendo con ello chistes sobre el día de los enamorados. Creo que eso ayudó a distendernos aún mas.
     Después de un par de copas fuimos a su departamento. Y ahí conocí lo que es el buen sexo. Franeleamos mucho, era un muy buen besador, después me cogió como nunca me lo habían hecho antes, en general siempre me había dolido, pero con el Sr. G era distinto, quizá porque era un hombre experimentado que sabía manejar a un jovencito para penetrarlo o quizá por la química que había entre nosotros (intuyo que era un poco de ambas), mas tarde yo lo cogí a él. Esa fue mi primera vez como activo en una penetración.
      En los encuentros subsiguientes solíamos tener sesiones de sexo prolongadas en las cuales cambiábamos roles continuamente (activo-pasivo), y eso me encantaba. No me cansaba de tener sexo con él, pues  disfrutaba  como nunca antes lo había hecho.
      Fue lo que yo llamo mi “primera revolución sexual”: me di cuenta que el sexo que había tenido hasta entonces había sido pésimo o malo, al menos comparado con lo que estaba experimentando con el Sr. G.
      Desde ese momento quize experimentar con él muchas cosas que no me había animado a hacer antes, pues conocer al Sr. G fue abrir la puerta a un nuevo mundo de placeres, y estaba ansioso por conocerlos todos.
      Me pregunto si mi vida sexual hubiera sido tan plena como lo es hoy si no hubiera conocido a este hombre. Me pregunto también si el Sr. G era realmente tan especial o apareció en un momento en el que yo me sentía listo para experimentar con mi sexualidad.
     No estoy seguro, pero creo que todos necesitamos de un hombre como él en nuestros inicios sexuales, que nos guie y nos enseñe a disfrutar del sexo, después de todo nadie nace conociendo cómo maximizar nuestro goce y nadie nos enseña a hacerlo.
    Tengo muchísimas cosas para relatar sobre el Sr G, tantas que merecía una presentación, ya que imagino que lo mencionaré reiteradas veces en el futuro.

sábado, 7 de agosto de 2010

La historia de nunca acabar.




    La siguiente mas que una historia es una situación con la que me topé reiteradas veces, y a la cual voy a ejemplificar con un encuentro reciente (omitiré detalles sobre el sujeto en esta ocasión).
     Empezamos a coger sin mucho jugueteo previo.  Yo estaba muy caliente, y me encantaba de la manera en que me penetraba alternando ritmos, haciendo movimientos circulares para dilatarme mas y después metiéndomela toda. Era lo que yo llamo un buen cogedor, un tipo que sabe en qué momentos puede progresar en la penetración y de qué manera.
     Después de un buen rato habíamos pasado por muchas posiciones y estábamos haciendo el misionero* cuando él me preguntó si estaba cerca de acabar, le dije que sí pero que estaba esperando que él también esté cerca para venirnos juntos. Me dijo  que  quería  acabar, que quería verme eyacular primero porque eso lo calentaba mucho. Así que me masturbé y me vine (tuve un muy buen orgasmo). Eso pareció calentarlo bastante y comenzó a “bombear” bastante fuerte.
     Quien ha sido pasivo en una penetración sabe bien que ésta es mucho mas fácil, indolora y placentera cuando uno está excitado y con una erección, por lo cual la penetración después del orgasmo puede empezar a resultar incómoda (aunque no siempre).
     Pues bien, esta era una de esas ocasiones cuando después de acabar,  la penetración empezó a incomodarme, pero como pensé que él estaba por terminar lo dejé continuar.
     Pero él seguía y seguía,  y la molestia empezó a ser dolor. Como le hice saber que me dolía, acabó masturbándose sobre mí. En resumen… desde mi orgasmo hasta el suyo hubo 10 minutos de diferencia aproximadamente
      No estoy seguro de si él me mintió porque tenía ganas de verme acabar o si realmente estaba cerca pero por algún motivo se deserotizó (quizá por la presión de tener que acabar después de que yo lo hice)
     Este es el mensaje para los señores activos y sobre todo para aquellos que vayan a acostarse conmigo: Si quieren que acabe primero y tienen la intención de seguir penetrándome procuren estar en el clímax o muy cerca de él, así todos terminamos felices.


 (*)Aquí hay un enlace de un blog (Open your mind!) en donde se explican algunas posiciones del “Kamasutra gay”.
 

OPEN YOUR MIND!

jueves, 5 de agosto de 2010

Dr. Jekill y “Mr. Pie”

    Debo mencionar antes que nada que el siguiente es un relato sobre la experiencia a la cual menciono en el primer post (“Otro blog de sexo…”) como uno de los motivos que me impulsaron a hacer este blog.
     Me encontré con un tipo por Palemo, acá lo voy a llamar Emiliano. La idea era ir al cine, pero  ahí nos encontramos con que teníamos que esperar mucho para ver la única película decente de la cartelera, así que fuimos a tomar un café a Starbucks. Era una de esas primeras citas perfectas, la conversación era muy fluida e interesante, nada forzada. Tocamos todos los temas obligados del primer encuentro, entre ellos el tema de los ex´s; me  pareció raro que a sus 32 años no hubiera tenido aún ninguna relación que durara mas de 6 meses. Había pasado 1 hora  aproximadamente y ya habíamos hablado de mil cosas. A cada minuto me cautivaba mas. Era un profesional exitoso, según lo que me decía… emocionalmente maduro, muy guapo, gracioso e inteligente, no podía esperar mas de un hombre.
     En un momento de la charla se hizo un silencio de algunos segundos, yo estaba por sacar un nuevo tema de conversación para llenar el espacio, pero él rápidamente me interrumpió, tomándome de las manos delicadamente, acariciándome de manera discreta, y sosteniendo la mirada unos segundos en mis ojos,  me dijo que le gustaba mucho, y que la estaba pasando muy bien conmigo; le dejé saber que el sentimiento era recíproco. Me dijo que tenía hambre y me propuso que vayamos a su departamento (que quedaba a pocas cuadras) y pidamos algo por delivery, para estar mas cómodos. Era claro que íbamos a tener sexo, y mis expectativas eran muchas.
    Cuando estoy con un tipo que me gusta tanto como éste inevitablemente me pongo nervioso, pero con él me sentía muy relajado, todo era ideal.
     En su casa me tocó unas melodías en el piano, es un cliché de película de Hollywood, pero me pareció muy dulce. Nos besamos apasionadamente, me tomó de la mano y me guió a su cama, nos sacamos la ropa (quedándonos en ropa interior). Mientras franeleábamos me preguntó    “¿hay algo que te caliente particularmente?” a lo que le respondí, “no, qué sé yo, muchísimas cosas, nada en particular se me viene a la mente ahora ¿y a vos?”, me dijo: “ me calentaría mucho que me hagas besarte los pies”, no esperaba una respuesta así. Seguimos franeleando, pero continuó haciendo insinuaciones, de manera bastante insistente, con el tema, así que accedí:
- Yo: “¿Cómo te gustaría?”
- Él: “Parate en la cama y poneme tu pie en la cara”
Dudé en hacerlo, me parecía ridículo, pero también pensé que en el sexo todo está permitido mientras los participantes se sientan cómodos (aunque no estaba del todo seguro de cuán cómodo me sentía lo dejé seguir guiando la situación). A medida de que él se excitaba más me pedía más cosas, las cuales no estaba seguro si estaban dentro de mi límite:
  -Emiliano: “pisame fuerte la cara, mas fuerte” “poné tu peso en el talón” “pisame muy fuerte el abdomen, con 1 pie así haces más presión””me encantan tus pies”. (Mientras se tocaba la pija por sobre su bóxer). Toda la actividad giraba alrededor de mis pies.
    Me ví en esa situación: haciendo equilibrio sobre su cuerpo, apoyado en la pared, pisándolo! Y me pregunté: qué estoy haciendo!?. Le dije que tenía que ir al baño. Ahí me apoyé en la pileta con las dos manos y mirándome en el espejo me pregunté cómo salir de esa situación que ya era por demás incómoda. No estaba dispuesto a volver a la cama ni con pisadas ni sin ellas. Estuve un minuto pensando qué decirle. Salí y le mentí:
-Yo: “ Me siento incómodo con esta situación, es raro estar con alguien después de mi ex, y vos sos el primero, es muy fuerte para mí y me dí cuenta que todavía no superé mi última relación”.
   Era muy poco creíble, pero preferí decir  una mentira como esa antes de hacer algún comentario sobre su fetichismo que pudiera herirlo. No sé si fue lo correcto, pero fue la mejor manera de resolver la situación que encontré en ese momento. Luego nos pusimos a hablar un poco sobre mi ex, con lo que agregé algunas  mentiras ad-hoc para justificar mi actitud.                                       Finalmente me fui. Posteriormente hablamos un par de veces por teléfono, pero no volví a verlo, claramente sin intención de mi parte.
    Conocer a Emiliano me dejó pensando varios días en dos cuestiones, en primer lugar si había hecho lo correcto al dejar ir a una persona tan interesante por sus gustos sexuales (Sinceramente no creo que él pudiera resignar su fetichismo ni que yo me pudiera adaptar a ello.) Y  en segundo lugar, es universalmente conocido el postulado de que todos merecemos una segunda oportunidad en la vida, pero… ¿esa filosofía también debería aplicarse al sexo?
 

lunes, 2 de agosto de 2010

A la cama con papito

   Siempre tuve preferencia por los “maduritos” (hombres de 30 años en adelante). Me siento atraído a tipos grandes, tanto por los que me ofrecen intelectual y emocionalmente, como por su apariencia física (Me parece muuuy seductor unas canitas en la barba!). No me calientan los pibes de mi edad, ni mucho menos los mas jóvenes. Lo curioso es que este gusto por los hombres mayores lo tengo desde que poseo uso de razón, desde mis primeros recuerdos de pensamientos gay que estimo entre los 7 u 8 años. Muchos cuentan: “En la primaria me gustaban mis compañeritos”…  a mi me gustaban sus papás.
    Por ejemplo, recuerdo estar en una reunión familiar, en donde se encontraban algunos amigos de mi tío, y estar sobre la falda de uno de ellos (a “upa”), no sé su nombre, lo voy a llamar Raúl. Yo estaba realmente excitado sintiendo mi espalda sobre su pecho, cómo me apoyaba (sin ninguna intención sexual de su parte, creo).  En un momento me recliné hacia adelante para que no pudieran darse cuenta de mi erección, Raúl pasó su mano por delante mio, como sujetándome por el abdomen, mientras seguía conversando con alguien, y eso me calentó mucho mas. Yo solo le prestaba atención a sus movimientos y a cómo me tocaba. Estimo que en tal suceso yo tenía no mas de  9 años, dados ciertos detalles extras del lugar y  la gente que había en la reunión que no vienen al caso.
   Muchos pseudo-psicólogos podrían decirme que tengo conflictos edípicos sin resolver, que busco en esos hombres la imagen de mi padre. Les respondería que TODOS hacemos nuestras elecciones sexuales con referencia al complejo de Edipo, y mi consejo para TODOS es que cuanto mas consciente de eso seamos mejor nos va a ir en nuestras relaciones y disminuiremos nuestros conflictos neuróticos.
  Soy consciente de mucho de esos conflictos primordiales de mi vida amorosa. Actualmente tengo irresuelto cómo  poder tener una relación totalmente comprometida y sana con alguien que me dobla en edad ¿Será una tarea imposible? Mi experiencia me dice que es al menos complicada.